El caballero de la armadura oxidada: el libro que me ha acompañado en todas mis versiones

13.07.2025

Lo leí por primera vez cuando era adolescente. Me lo prestaron, no recuerdo quién exactamente, pero sí recuerdo que me lo devoré. No era de esos libros largos y densos que te dan flojera con solo mirarlos. Este era chiquitito, una fábula, casi un cuento infantil. Pero ¡qué cuento! Me voló la cabeza.

El caballero de la armadura oxidada, de Robert Fisher, fue uno de esos libros que me dejó marcando ocupado. Me hizo preguntarme cosas que nadie me había enseñado a preguntarme ¿quién soy cuando me saco las máscaras?, ¿para qué me protejo tanto?, ¿por qué me cuesta tanto mostrar lo que siento? En ese momento no lo sabía, pero esa lectura fue uno de los primeros empujoncitos hacia lo que hoy es mi camino: ayudar a otras personas a encontrarse con su propia verdad, su imagen real, no la que aprendieron a usar para sobrevivir

Años después, la vida me regaló uno de esos momentos mágicos: mi hija, cuando estaba en la media, llegó un día con el libro en la mochila. Se lo habían pedido como lectura complementaria . Apenas vi la portada le propuse que lo leyéramos juntas. Le dije "¡yo también lo leí a tu edad!", y fue como abrir una puerta. Conversamos, comparamos, nos reímos. Fue lindo. Fue íntimo. Fue un puente.

Y ahora, que ya estoy más viejota , lo volví a leer. Y otra vez me removió todo. Es impresionante cómo un libro tan cortito puede decir tanto. No hay una palabra de más. No hay lección que no se sienta necesaria. No importa cuántas veces lo leas: siempre te agarra una fibra distinta del alma.

Porque eso hace este libro: te muestra, con humor, con simpleza, pero también con mucha profundidad, lo difícil que es mirarse de verdad. Todos llevamos puesta alguna armadura. Algunos más visibles, otros más sutiles. La de la exigencia, la de la culpa, la de "yo me las puedo todas sola", la de "así soy y punto". Pero esas armaduras pesan. Y se oxidan. Y nos alejan del amor, de la alegría, de lo esencial.

Lo que me encanta de esta historia es que no te sermonea. No te da una fórmula. Solo te acompaña. Es como una conversación honesta, de esas que te dejan pensando cuando apagas la luz. Es una invitación a hacerte cargo de ti. De tu historia. De lo que te duele y de lo que ya no va más. A dejar de culpar a los demás. A reconocer tus miedos y tus dudas, no para esconderlos, sino para darles menos poder.

Y también te recuerda algo precioso: que vivir en armonía contigo misma, con tus emociones, con tu cuerpo, con el mundo… es posible. Pero no se logra con lucha. Se logra con ternura, con humildad, con gratitud. No necesitas ser perfecta. Solo necesitas ser honesta contigo.

Si tienes un hijo, una hija o un adolescente en casa, te lo digo de corazón: compartan este libro. Léelo tú primero, o léanlo juntos. Al final trae un cuadernillo de actividades . Es la excusa perfecta pa' conversar de lo que realmente importa. A veces uno no sabe cómo empezar esas conversaciones… bueno, este libro te abre la puerta.

Y si ya eres adulta, como yo, y te topas con este librito en alguna feria o librería… no lo subestimes. No digas "esto es para niños". No, no lo es. Es para personas valientes que están dispuestas a mirarse con otros ojos. Es para quienes quieren soltar lo que ya no necesitan. Es para quienes saben que, aunque duela, sacarse la armadura es el primer paso para volver a casa.

Yo, al menos, lo sigo leyendo cada ciertos años. Y cada vez lo entiendo distinto. Porque, al final, uno también va cambiando. Y la armadura también.
 

Con cariño 
Paz Pimont💗